.09: El humo interior.

Te das cuenta que estás demasiado conectado con tu mundo personal y muy poco conectado con el mundo exterior cuando hace más de tres horas que estás despierto, escuchando música y revisando páginas de Internet, y te topas en Montevideo.com con que este día (sábado) los vientos harán que el humo por los incendios en Argentina sea especialmente notable en Montevideo.
Y que recién ahí mires para afuera y te das cuenta que, efectivamente, hay una neblina espesa que cubre todo, y encima si te fijas hay cierto olor a humo.





Y unos minutos más tarde, se te ocurre publicarlo en tu blog como algo interesante.

.08: Disociación.

El principal problema, el Gran Obstáculo, es que todo lo que hace a tu vida diaria está de alguna manera trastocado por la otra persona: las calles y las veredas que recorrían, los momentos del día en que se juntaban, las salidas a esos bares y a esos bailes, los cafés que compartían en una tarde cualquiera solo por darse el gusto. Todo eso sos vos, pero sos vos y el otro, formaba parte de un “nosotros”.
Y eso complica mucho las cosas: las razones por las que se termina son siempre claras para uno o para ambos, pero con el paso del tiempo separarse no se limita al hecho puntual, sino a todo lo que pasa después: cuando las cosas dejan de ser sencillas y las razones y las pulsiones empiezan a chocar frente a frente, el choque entre un presente inmediato y un futuro incierto.
Y la duda de si se puede volver atrás se convierte en un agujero negro en la mente que empieza lentamente a consumir todo lo demás, incluso a la lógica y al sentido común, y tratar de no pensar es contraproducente, porque te empiezas a sentir mal sin saber bien por qué.

Pero un día cualquiera te pasa que escuchas una canción vieja que te lleva a cuando todavía no estabas con la otra persona y podías ser feliz, o por lo menos lo intentabas, o ver una película o a un viejo amigo, e incluso hablando con tus padres en tu casa te das cuenta de que hay cosas que nunca podrá trastocar el otro, que son solo tuyas y que hablan de ti. Es ahí que empiezas a ver un poco de luz, empiezas a respirar sin barro en los pulmones ni tenazas en cada músculo.
En definitiva, todo el tiempo intentamos ser lo mejor que podemos ser, y bien o mal vamos viviendo. Nunca se vuelve atrás, siempre es un nuevo comienzo, ya sea porque existe una segunda oportunidad, o porque no.