.04: Tiempo para pensar.


Cuando las personas están de vacaciones, tienen más tiempo para pensar en ellas mismas. Pero no me refiero a pensar en sí mismas, en su vida, en su futuro y en su realidad, si están consiguiendo lo que quieren de su vida o no. Todo eso pasa, pero no me refiero a eso.
Me refiero a cómo notamos más las cosas que hacemos: nos juntamos, hablamos de la comida, comemos hablando de la comida. Vamos a salir, hablamos de salir, hablamos del lugar al que salimos mientras vamos y estando en él. Decidimos que vamos a hacer mañana, cómo llenar ese día, y hablamos de lo que vivimos. Hablamos de todo eso que hacemos y somos completamente conscientes de ello.
En la rutina habitual, en el día a día, no nos detenemos demasiado a pensar qué comemos, no nos detenemos a pensar en con quién estamos, ni pensamos qué vamos a hacer mañana (casi siempre lo sabemos de antemano), son cosas que damos por sentado y seguimos viviendo sin fijarnos demasiado en cómo lo hacemos.
Muchos hablan de las vacaciones como un tiempo para encontrar la paz, las cosas buenas de la familia, o la diversión de las noches de alcohol y amores pasajeros. Y es todo eso, pero me parece que más allá de todo eso es el tiempo donde nos damos cuenta de cómo vivimos, y esencialmente, de que estamos vivos.

4 gotas del charco:

Indio Sangriento dijo...

Muy de acuerdo. Es más, en vacaciones me pasa que me quemo porque las cosas no me salen como había planeado. En el día a día, comoe stoy acostumbrado, no es así. Y si, las vacaciones son época de reflexión y joda. Lo más salado es bancarte el bajón del día antes de volver al laburo y/o estudio.
Muy buen post loco, me hiciste pensar. Primera vez que paso por acá, lo haré más seguido.
Saludos

Mai dijo...

Sos uno de los 3 locos a los que nos gustó Jack Frusciante se fue del grupo, y probablemente los 3 que lo leímos XD

Saludos

NachitoOx dijo...

Es desesperante cuando surge la necesidad de ocupar tiempo haciendo algo. Y lamentablemente, pocas cosas hay para hacer. Entonces es cuando te empezas a acostumbrar a no hacer mucho, y cuanto menos hacés, menos ganas de hacer tenés. Así, un día te acordás de tu rutina el resto del año, y volvés a desear volver a ella, ver a la gente que estabas acostumbrado a ver, hacer las cosas que te acostumbraste a hacer, por más que el tiempo después no te alcance, y por más que después hay otra gente que no te es posible ver. La rutina puede jugar el papel de Dios o del Diablo, a veces es lo único que te mantiene vivo, y a veces es lo único que te hace reconsiderar por qué estás vivo.

Taluego'

La Blogueria dijo...

Hola Juan, pasaba preguntarte si pudiste arreglar lo de los comentarios (parece que no...) si aun quieres hacerlo, lo revisamos...

saludos!